Pero ¿quién es El Chivo? Un hombre de largas barbas blancas, que tiene muchos perros y vive de lo que encuentra la basura. No siempre fue así, nos narra el filme en una escena que solía ser profesor de una escuela privada, y de la nada un día abandona a su familia por ser guerrillero, hasta que un policía lo agarra mientras orinaba en un Sanborns y lo mete preso veinte años, cuando sale de la cárcel, se vuelve alcohólico y mendigo. Los guerrilleros son buenos para matar, es el criterio oficial y una realidad latinoamericana, son perseguidos y usados cuando conviene. El humor negro y la ironía son parte de la historia. Chivo el ex-guerrillero comunista va a matar a un empresario capitalista que tiene su oficina en los Montes Urales, otra ironía bien marcada, como un símbolo de misterio, entre lo ruso y lo soviético, una frontera lo mismo ideológica, política que geográfica, pues no hay que olvidar que Chivo antes de guerrillero, fue un maestro universitario que pertenecía a una clase acomodada, un juego de inversión en donde la historia contemporánea tiene muchos paralelos y mucha tela por donde cortar. En un mundo tan dislocado, lógicamente, los ideales se pierden, la farsa de justicia social, es parte del reclamo de Iñárritu. Chivo tenía planes de que su hija viviera en un mundo mejor, pero como dice el personaje de Susana: “Si quieres hacer reír a dios, cuéntale tus planes”. El indigente es un fantasma para la sociedad, pero también sería una aparición para su hija que ha construido una vida como joven de clase alta, sin la necesidad aparente del padre, solo un mural sustituye la memoria de Maru en relación con su progenitor. El indigente tiene una cita más con la muerte, pero el rol cambia y en esta oportunidad tendrá la oportunidad de decidir, sobre el destino de dos hermanos y encontrar el comienzo de su redención. “Abel y Caín” estarán en sus manos y tendrán que enfrentar su violencia solapada, como en la lucha libre los medio- hermanos se deben jugar la vida, en un duelo de “máscara contra caballera”, pero el asunto aquí es decidir qué hacer, la opción queda abierta, ya que erradicar la violencia no es cuestión de un día e Iñárritu no busca el Happy Ending. La casualidad del accidente, une a los ángeles caídos de las tres historias, los pone en el mismo lugar y prácticamente en igualdad de condiciones. La escena como en un trama policiaca reconstruye su argumento en retrospectiva, revisa los hechos para hacerla comprensible al espectador. La muerte y la violencia es de nuevo el punto de encuentro. El destino y la fatalidad se imponen en una sociedad vertiginosa. Como en los planos de la primera escena, la persecución se desfigura y distorsiona en el acto mismo de la reiteración, pues el director te advierte que la violencia es el pan de cada día. Sin duda alguna, nadie nace asesino, tanto a Chivo como al perro Cofi, los enseñaron a matar. La purificación de Chivo y Cofi, vino con el fuego, ambos tienen la posibilidad de redimir sus culpas. Si “todo perro se parece a su dueño”, todo dueño se parece a su perro. El pasado le daría entonces, un cambio al presente, en el aprendizaje estaría un futuro mejor, una vuelta a la semilla, a lo positivo de los ideales perdidos, cuando, quizás, las buenas intenciones llenaban los sentidos de los hombres que como Chivo creyeron en alguna utopía.Finalmente, el personaje de Chivo se transforma y en el cambio recupera sus espejuelos, su visión metafórica, su capacidad para enfocarse en un mundo mejor y poder decidir por una justicia sin sangre. En esa transición Chivo va a la casa de su hija y recompone sin violencia, busca la verdad familiar con su foto, la verdad histórica con su reflexión, le deja un mensaje en su contestadora, llora por la humanidad, por los hombres que querían componer el mundo, por los que adoptaron su muerte como una posibilidad de escape y por sí mismo. Amores perros es obviamente, una película que ha sido calificada como perteneciente a la cultura de la violencia, todos los recursos utilizados por el director y el guionista están en función de narrar la desmesurada ferocidad contemporánea, descrita con imágenes grotescas, fuertes, sonidos hirientes, un agresivo lenguaje verbal y corporal que convierte la película, paradójicamente, en un paradigma del cine latinoamericano, pues no hay mejor cura para los males de la humanidad que abrirle los ojos al espectador y mostrarle los hechos como son, como corresponde.La historia de El Chivo se acerca mucho a la categoría de Arquitrama que menciona Robert McKee en su libro “El arte de la escritura dramática”, aunque con algunos rasgos de Minitrama. A diferencia de las dos primeras historias narradas en la película que se dan por una casualidad que se desata desde el momento en que “El Negro” se le escapa de la casa a Susana, la historia del chivo es más que una causalidad, que está relacionada al abandono de su familia, y que provoca un conflicto tanto interno como externo en él. En esta historia hay una serie de valores narrativos que nos atrapan y conmueven, McKee los define como “las cualidades universales de la experiencia humana que pueden cambiar de positivo a negativo o de negativo a positivo, de un momento a otro”. La narración está basada sobre estos valores y golpes de efectos que transforman en todos los sentidos al personaje. Hay un claro conflicto: la relación con su hija, que se ve reflejado en los perros y en los hermanos. Estos hechos son los que hacen que El Chivo se vuelva un personaje activo y tenga el valor de buscarla. Finalmente, la película termina con El Chivo dejándole una foto suya y un mensaje a su hija explicándole todo, mientras él sale de la ciudad por un tiempo con El Negro. Fuentes: CARMEN ARGELIA MARTÍNEZ LÓPEZ. La metamorfosis de “El Chivo” en "Amores Perros"; Amores perros entre la violencia y la muerte de YVONNE O. LÓPEZ ARENAL. Además ver:
NYTimes :Los Perros que anunciaron el Milenio; Letras Libres: Amores Perros y Los Olvidados; RevistaGatoPardo:elMitodeAmoresPerros